Hoy en día, uno de los principales riesgos que sufren las pymes en su actividad diaria es que lo urgente supere a lo importante y, por tanto, no se tome conciencia de la necesidad de implantar una estrategia integral que les permita dar respuesta a un entorno en constante cambio.

Partimos de una situación inicial en la que las pymes, con frecuencia, no cuentan con una metodología propia y adaptada a su organización, muchas optan por aplicar metodologías clásicas más extendidas y esto, puede estar impidiendo mejoras en la productividad de la empresa.

De este modo, las personas a cargo de la organización deberían contar con un modelo de gestión de proyectos que les apoye en la optimización de procesos más estandarizados, coordinándolos de manera ágil.

Para que este sea un éxito, es esencial que todos los esfuerzos se focalicen en una metodología clara y que todo el personal conozca los objetivos y, por tanto, se encuentre plenamente implicado en su consecución.

«Uno de los rasgos más característicos de las metodologías ágiles es que emplean equipos multidisciplinares que trabajen juntos durante todo el proceso».

Las empresas que apuestan por una Transformación Digital a menudo optan por incluir e implantar las metodologías ágiles, al suponer toda una tendencia en alza para estos procesos.  Estas son estrategias integrales, que permiten a las organizaciones impulsar proyectos con rapidez y flexibilidad. Se traducen en una innovadora forma de trabajar y organizar flujos, al dividir los proyectos en partes, permite adaptarse con rapidez, y complementar etapas en poco tiempo.

Uno de los rasgos más característicos de las metodologías ágiles es que emplean equipos multidisciplinares que trabajen juntos durante todo el proceso. De esta manera, y junto con las entregas más rápidas, tempranas y frecuentes, el resultado es exactamente lo que el mercado está demandando.

Para lograr un equipo multidisciplinar, es preciso seguir tres pasos:

  1. Unificar diferentes perfiles, con unos objetivos y misión definidos, que les permitan funcionar como un equipo.
  2. Facilitar la incorporación de todos los medios necesarios, partiendo de herramientas de capacitación, para impulsar un pleno rendimiento.
  3. Monitorizar los esfuerzos del equipo, de forma que se produzca una mayor optimización de los procesos.

Estas metodologías cuentan con 12 principios fundamentales:

  1. Ofrecer buenos resultados que cubran las necesidades del mercado y así conseguir una satisfacción de los clientes.
  2. Se asume con un enfoque positivo cualquier cambio o recomendación que se haga sobre el resultado, puesto que es una metodología flexible, capaz de adaptarse a los cambios oportunos.
  3. División del trabajo. Se llevan a cabo entregas todas las semanas.
  4. Medición del proceso a través de determinados indicadores.
  5. Adaptación óptima a las diferentes circunstancias o cambios surgidos durante el ciclo de vida del proyecto.
  6. Organización con tendencia a la horizontalidad; cada equipo de trabajo gestiona sus tareas.
  7. Las tareas deben ser lo más sencillas posibles.
  8. Se persigue la excelencia técnica y el buen diseño.
  9. Se impulsa la confianza y la motivación de todos los trabajadores.
  10. Se promueve una comunicación sincrónica para evitar posibles errores en la transmisión de información.
  11. Es preciso infundir motivación en confianza en los miembros que forman parte del proyecto para lograr procesos exitosos.
  12. La forma de ejecutar los proyectos debe garantizar en sí misma la continuidad del proyecto (desarrollo sostenible).

Las metodologías ágiles traen consigo algunos beneficios destacados:

  • Aportan una medida más adecuada sobre el grado real de avance de los proyectos, y maximizan el valor entregado al cliente. Del mismo modo, ofrecen una manera diferente de abordar el modo en que se desarrolla un proyecto, priorizando aspectos como la colaboración, flexibilidad y calidad, frente a los cambios que surgen durante el ciclo de vida de cualquier proyecto.
  • Predicen resultados y minimizan los riesgos, gracias a revisiones continuas y a la posibilidad de cambios, minimiza los riesgos de cometer errores inmodificables.
  • Reducir costes, la gestión continua del proyecto en las metodologías ágiles elimina la posibilidad de fracaso absoluto, una vez que los errores se van identificando a lo largo del desarrollo y pueden ser corregidos, lo que evita pérdidas.
  • La estrecha interacción entre el equipo de trabajo y el cliente garantiza un progreso constante, y la capacidad de realizar cambios de manera efectiva.

En definitiva, la adopción de las metodologías ágiles está suponiendo un restablecimiento de prioridades, en las que se alinean los esfuerzos entre distintas áreas. Ante todo, está permitiendo a los equipos de trabajo colaborar de forma holística, situar al cliente en el foco, innovar, y aportar valor de forma global.

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