Con esta herramienta teóricamente sería más fácil avisar a la población de posibles riesgos de contagios al haber estado cerca de personas que luego han ido confirmando estar contagiados. Meses después de su puesta en marcha, estas aplicaciones han pasado sin pena ni gloria por buena parte del mundo occidental, y su alcance y efectividad han sido muy limitados. La culpa puede ser de la tecnología, pero también nuestra.

Cuando se comenzó a hablar de posibles enfoques de estas aplicaciones se produjo una singular batalla por los gobiernos por lanzar al mercado aplicaciones propias de rastreo de contactos. Algunos de esos esfuerzos dejaron muy mal sabor de boca porque parecían la excusa perfecta para convertir a la nación en un Gran Hermano que todo lo sabe: el Reino Unido, por ejemplo, fue especialmente notorio, y hay quien calificó dicho proyecto de un absoluto fiasco.

Fuente: www.xataka.com

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